Barragan y el tejido del Entorno

 Barragan y el tejido del Entorno

Cuando planteamos un proyecto arquitectónico debemos contemplar diferentes factores para llegar a una propuesta idónea, uno de los más importantes y por el cual iniciamos es el sitio en el cual vamos a intervenir, y siempre nos tenemos que preguntar: ¿Cómo nos podemos implantar en el lugar respetando y respondiendo a las dinámicas del mismo sin imponer la arquitectura? Un arquitecto que responde de manera interesante y diría que asertiva es Luis Barragán, él aborda esta cuestión con sensibilidad y precisión.  

Hablar de sus obras es hablar de una arquitectura que se arraiga en la memoria y la emoción. En sus proyectos, el espacio deja de ser un contenedor funcional para convertirse en un tejido de significados, en un lugar de experiencias que surgen de su diálogo con el entorno. Resulta significativo que sus proyectos se inserten en el paisaje con la delicadeza de quien entiende que la arquitectura no se impone, sino que se funde en el terreno de manera orgánica.

Barragán tenía una perspectiva de la arquitectura única, comprendió que el lugar es más que un accidente geográfico es un conjunto de memorias, una geología de vivencias que modela la forma en la que habitamos el espacio. Es por esto que se destaca la forma en la que teje sus proyectos con el entorno de una manera armónica, dándole la misma importancia al sitio y a la obra ejecutada.

Uno de los manifiestos de su pensamiento son las Torres Satélite (Imagen 1), diseñadas junto a Mathias Goeritz. En ellas, la geometría pura no es una declaración de autonomía formal, sino un gesto de inscripción en el horizonte urbano. Estas torres de concreto se elevan con una presencia imponente, pero sin imponerse al entorno. Su colorido vibrante y la variación en alturas crean un dinamismo visual que cambia según la perspectiva del observador, convirtiéndolas en un punto de referencia que desafía la percepción del espacio urbano. A lo largo del día, la luz y las sombras modifican su apariencia, otorgándoles una cualidad casi efímera a pesar de su monumentalidad. Este proyecto es un claro ejemplo del interés de Barragán por el paisaje como un elemento fundamental en la experiencia arquitectónica, donde la escala, el color y la composición dialogan con la ciudad y su entorno de manera directa.

(Imagen 1) Imagen aérea Torres satélite

Otro ejemplo paradigmático de su sensibilidad hacia el entorno es la Casa Ortega (Imagen 2). En este proyecto, Barragán logra un equilibrio entre la arquitectura y la naturaleza a través del manejo de los patios, el agua y la vegetación. La casa se conecta mediante espacios abiertos que no solo aportan frescura y ventilación, sino que también generan una relación íntima con el exterior. El uso del color en los muros y la textura de los materiales refuerzan esta conexión, otorgándole al espacio una atmósfera cálida y serena. La manera en que la luz natural baña los interiores a lo largo del día transforma la percepción del espacio, permitiendo que la arquitectura evolucione con el paso de las horas. Además, el mobiliario y los elementos decorativos fueron cuidadosamente seleccionados para potenciar la sensación de refugio y contemplación, creando un hogar que se experimenta tanto desde su interior como en su relación con el contexto inmediato. En la Casa Ortega, Barragán demuestra que la arquitectura no solo construye espacios habitables, sino que también crea experiencias emocionales que enriquecen la vida cotidiana de sus habitantes.


(Imagen 2) Casa Jardín Ortega 

Estos no son los únicos ejemplos de su arquitectura singular, la Casa-Estudio de Luis Barragán es, sin duda, una de sus obras más representativas, donde el arquitecto llevó a su máxima expresión la fusión entre lo construido y la naturaleza. En esta obra, Barragán creó un refugio introspectivo que combina la serenidad del espacio privado con la riqueza sensorial del exterior. Los patios y jardines funcionan como transiciones entre los distintos espacios, invitando a una experiencia pausada del entorno. La luz juega un papel esencial en la percepción del lugar, filtrándose por las pequeñas aberturas y generando contrastes que enfatizan la textura de los muros y los materiales naturales. La paleta cromática, con tonos cálidos y terrosos, refuerza la conexión con el paisaje, mientras que los elementos tradicionales, como la celosía de madera y los muros de adobe, evocan una arquitectura enraizada en la memoria y en la tradición mexicana. En este proyecto, Barragán no solo diseñó un espacio para habitar, sino que construyó un manifiesto de su filosofía arquitectónica, donde el silencio, la luz y la materia dialogan con la naturaleza y el tiempo.


(Imagen 3)Casa-Estudio Luis Barragán

Barragán nos deja una arquitectura donde el lugar es un protagonista activo, donde los muros contienen no solo espacio, sino ecos de un paisaje que no se niega, sino que se potencia. Nos recuerda que proyectar es también recordar, que habitar es un acto de diálogo con lo existente, y que la arquitectura, lejos de ser una imposición, es un acto de conexión.

Comentarios

  1. Es importante esa apreciación de que la arquitectura es un tejido de significados que dialogan con un contexto, con un lugar, es pertinente esa apreciación del objeto arquitectónico con el lugar y como allí se menciona, el lugar como un espacio de memorias acumuladas que le dan la identidad. Es muy importante hacer proyectos que se relacionen con el lugar, que dialoguen con el lugar y creen no solo tejidos formales, sino tejidos humanos, culturales, urbanos e incluso políticos, es ahí donde el habitar en términos de Heidegger toma valor consciente y el ser puede manifestarse en relación al lugar, toma relevancia y se hace "ser" En definitiva Barragán logra integrar el habitar en sus obras, a través de procesos de forma y color a través de la luz y la sombra, entre el adentro y el afuera, el juego tipológico.

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