Construir, Habitar y Pensar - La Arquitectura como Expresión del Ser en el Mundo
Edward Parra Calderón
Construir, Habitar y Pensar - La Arquitectura como Expresión del Ser en el Mundo
Heidegger nos invita a repensar el acto de construir como algo más que un ejercicio material. Nos desafía a ver el construir como una forma de habitar el mundo, donde cada espacio que ocupamos es una expresión de nuestra existencia y de nuestra manera de relacionarnos con el entorno. Así, la arquitectura se eleva de un acto meramente funcional a uno filosófico, donde el espacio y el ser humano se encuentran en una relación de reciprocidad y significado (diálogo).
En este sentido, Heidegger redefine el acto de construir como algo mucho más amplio que un proceso técnico. Lo considera un reflejo de la relación ontológica entre el ser y el espacio, entre el ser humano y el mundo que lo rodea (ser y percepción). De esta manera, el construir revela el vínculo esencial entre el ser y el espacio. Este enfoque lleva a una comprensión más holística y profunda de lo que significa construir y habitar, subrayando que el espacio construido no solo debe satisfacer nuestras necesidades físicas, sino también nuestras necesidades existenciales y espirituales
Así las
cosas, es razonable para quienes ocupamos la posición de arquitectos y asumimos
el rol, reconocernos no solo como simples delimitadores del espacio físico,
sino como moldeadores de las sensaciones,
emociones y experiencias existenciales y espirituales de
quienes habitan los entornos que creamos. No debemos construir por el mero
ejercicio técnico, o por su retribución, debemos entender el porqué de esta
acción y lo que significa para quien va a experimentar el espacio. Así mismo,
nuestra tarea como arquitectos adquiere una dimensión mucho más profunda y
significativa, ya que lo que construimos no solo afecta el modo en que las
personas interactúan con el espacio material, sino que también influye en su manera de habitar el mundo
en un sentido más amplio y trascendental.
Al
construir, los arquitectos estamos creando escenarios que particularizan el
habitar, es decir, espacios que no solo responden a ciertas necesidades
funcionales o utilitarias, sino que reflejan y facilitan el ser y estar en el
mundo de aquellos que los ocupan. Acorde con Heidegger, el acto de habitar
no es simplemente residir o estar en un lugar; adquiere otra “dimensión”, es
una relación íntima y profunda entre el ser humano y su entorno. El espacio
en que vivimos moldea nuestra experiencia, carácter y respuesta, es decir,
tiene el poder de influir en nuestra percepción, nuestras emociones y nuestra
comprensión del lugar que ocupamos en el espacio.
La
arquitectura, en este sentido, se convierte en una forma de pensamiento y
reflexión sobre el ser humano y su lugar en el mundo, siguiendo pertinente la
propuesta de que el construir está íntimamente ligado al pensar. Los
espacios que creamos como arquitectos tienen la capacidad de enmarcar la
existencia de los individuos, por lo tanto, deben ser concebidos de manera
consciente, respetando tanto las necesidades que implica el ser y estar. Así,
cada espacio que diseñamos es una oportunidad para proporcionar a las personas
un entorno donde puedan habitar auténticamente, encontrando en ese habitar
no solo comodidad, sino también un sentido de pertenencia, identidad y
trascendencia.
Asumiendo el
rol como arquitecto, dentro del quehacer, tengo el deber y a la vez la libertad
de fabricar escenarios que le proporcionen al habitante cobijo y calma en medio
de la tempestad, o sombra y frescura en el desierto, pero estas respuestas físicas
no pueden segregar las exigencias emocionales, el este mismo espacio que brinde
cobijo y frescura, debe invitar al usuario a querer ocuparlo, fuera de las
necesidades físicas, debe tener verse impregnando de un significado más allá de
un uso único o un valor estético.
Así pues, traigo
a colación el siguiente proyecto, que a mi parecer es un reflejo de lo que
Heidegger buscaba concretar con su idea de “construir para habitar”, sería la
casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright (1935). Puesto que más allá
de destacar por su ejercicio de composición formal, establece un diálogo
profundo entre el ser humano, el espacio y el entorno natural, se configura como
un espacio reflexivo y de introspección, donde “los habitantes pueden sentirse
en armonía con la naturaleza”. En adición a ello, cada espacio en la Casa de la
Cascada tiene un propósito más allá de lo funcional, reflejo del habitar en términos
existenciales.
La casa de la cascada surgiendo entre la
naturaleza, como un pensamiento que se escapa de una mente inquieta.
Tu texto, de manera muy interesante, abre la puerta a la posibilidad de que la arquitectura se eleve por encima de lo funcional y sirva de puente entre la humanidad y el medio ambiente. Mencionar la Casa de la Cascada de Wright realmente pone de manifiesto la idea de que el diseño puede fomentar una experiencia de vida con la naturaleza mucho más intensa y más conectada con la naturaleza; además de que, con algo de suerte, transforme la forma en que las personas se relacionan con el mundo que las rodea.
ResponderEliminarMe parece que el texto tiene como idea principal el construir como una forma de habitar el mundo, permitiendo que la arquitectura vaya más allá de la técnica y la funcionalidad y se convierta en un "ser en el mundo", haciendo que el arquitecto sea un "moldeador" de experiencias existenciales y espirituales.
ResponderEliminarEl aporte de la Casa de la Cascada es muy acertado ya que este proyecto refleja el diálogo entre el ser humano, el espacio y el entorno natural mediante su integración con el paisaje y sus espacios interiores. También mencionas la experiencia háptica recalcando que lo verdaderamente importante es el significado y la experiencia sobre lo estético.
Muchas gracias por tu aporte.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Cual es el papel del arquietcto? como dice el texto va más allá de simplemente delimitar el espacio físico; implica también la responsabilidad de moldear las emociones y experiencias de quienes habitan los espacios diseñados. La arquitectura genera emociones y se centra en la relación entre las personas y su entorno construido, considerando aspectos sensoriales para potenciar el bienestar emocional en el hogar. Diseñar espacios que no generan sensaciones agradables afectan negativamente la calidad de vida de las personas que viven y coexisten en esos espacios. Por ello, es muuuy importante que se consideren la atmósfera y el confort en los proyectos, ya que estos elementos forman parte integral de la experiencia del usuario. La disposición de los espacios físicos, como la arquitectura, el interiorismo y el urbanismo, puede evocar diferentes estados de ánimo y provocar comportamientos específicos. El verdadero papel del arquitecto abarca la creación de espacios que, además de cumplir funciones meramente funcionales, enriquezcan la experiencia humana al evocar emociones positivas y promover una conexión íntima entre el individuo y su entorno.
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