Chillida - Salmona: Escala y encuentro de Horizontes


El Centro Cultural Gabriel García Márquez es un edificio de Rogelio Salmona, que se inauguró en 2008, luego de su muerte, en el centro de Bogotá. Este proyecto refleja las dinámicas sociales de la ciudad y ofrece espacios públicos destinados para el encuentro entre la comunidad, donde convergen la cultura y el conocimiento. Es un lugar que integra el paisaje urbano y el patrimonio (ya que se ubica en pleno centro histórico) a través de una combinación de espacios abiertos y cerrados, que invitan al usuario a recorrer el proyecto con el cuerpo, permitiendo que explore las diferentes relaciones entre el adentro y el afuera, el vacío y la masa, provocando siempre una experiencia que está en constante cambio.

Las ideas del escultor Eduardo Chillida, que exploraban cómo el espacio existe en diálogo con el cuerpo y el entorno, son fundamentales para entender estas relaciones espaciales del proyecto. De la misma manera en que Chillida manifiesta en sus esculturas, el edificio Gabriel García Márquez crea una tensión entre lo que se revela y lo que permanece oculto, jugando con la permeabilidad del espacio. Los patios, pasarelas y vacíos que lo componen no son solo elementos arquitectónicos, sino que son formas que permiten a los visitantes sentir el espacio y su conexión con el entorno.

Ambos comparten un juego de escalas, materialidad y una relación fluida entre el interior y el exterior para generar una experiencia espacial compleja. La escala no solo se utiliza como medio de proporción física, sino también como una herramienta para crear una relación sensorial con la persona, el paisaje y el entorno. Chillida utiliza la mano como referencia para explorar la interacción entre el cuerpo y el espacio:

  • La mano cerrada: Representa el espacio contenido e íntimo, algo que protege o guarda. Dentro del proyecto, la escala humana también se maneja a través de espacios que invitan a una relación íntima con el cuerpo. Los patios interiores, por ejemplo, son espacios contenidos, como una mano cerrada, que protegen al visitante del exterior y proporcionan refugio. Este tipo de espacios hace que el cuerpo se sienta acogido, como si el espacio fuera algo a lo que se puede acercar. Las rampas y pasillos curvos también generan una relación directa y personal, donde el cuerpo se mueve a través del espacio de manera fluida y cómoda.


Patios internos 




  • La mano entreabierta: Representa el espacio abierto y sin barreras que tenga una relación directa con el entorno. Salmona utiliza esta escala intermedia a través de la conexión entre espacios cerrados y abiertos. Las rampas y pasillos que atraviesan el edificio permiten que el visitante se mueva entre áreas de intimidad (como los patios cerrados) y áreas más abiertas (como el espacio exterior o las grandes plazas). Del mismo modo, los vacíos sobre los muros de ladrillo generan esa sensación de fusión entre los diferentes espacios y el paisaje circundante, similar al espacio entreabierto de la mano que permite el paso del aire, la luz y la visión.





  • La mano a una escala mucho mayor que la humana: Esta escala se refiere a cómo el cuerpo se relaciona con su entorno natural y la forma en que integra el paisaje para dialogar con el espacio, el vacío y la masa. Este proyecto utiliza su escala imponente para crear un sentimiento de pertenencia y conexión con el espacio que lo rodea. Las plazas y patios grandes son una forma de expansión de la escala humana, invitando a los visitantes a sentir que forman parte de un espacio mucho más grande, en una relación simbiótica con el paisaje. Del mismo modo, el uso de muros de ladrillo y grandes espacios abiertos crea una fuerte relación entre los visitantes y el paisaje.



Es así como Chillida y Salmona utilizan la escala humana no solo en términos de proporción física, sino también como una forma de generar experiencias sensoriales, emocionales y espaciales que convierten el espacio en algo más que un simple volumen.

Por otro lado, Chillida relacionaba el material sólido y pesado como el hierro para manipular y generar formas que se abren hacia el horizonte, conectando lo físico con lo abstracto. En lo que él llama "horizonte de hierro", el escultor crea piezas de hierro que, a pesar de su rigidez, invitan a la interacción con el paisaje, dialogando con el entorno. De manera similar trabaja Rogelio Salmona con el ladrillo, aunque también es un material rígido y sólido, se utiliza de una manera que permite la entrada de luz y la creación de espacios vacíos (patios y pasillos), jugando con la masividad del material y la transparencia. De esta forma, Salmona permite que el espacio se abra hacia el paisaje como una forma de generar un diálogo entre la arquitectura y el entorno.

Por otro lado, en las figuras de hierro es importante cómo el cuerpo humano se vuelve mediador entre lo interno y lo externo, es decir, cómo interactúan en el espacio. El espectador se ve invitado a caminar alrededor de sus obras, casi tocarlas, lo que permite una experiencia personal e inmediata del espacio y de la obra misma, estableciendo un diálogo entre el espectador y la pieza. De manera similar, el diseño del Centro Cultural Gabriel García Márquez, provoca esa experiencia inmersiva, en la que los pasillos curvos, los patios interiores y las terrazas invitan a los visitantes a explorar y experimentar los espacios de manera secuencial, permitiendo que el cuerpo del visitante se convierta en el puente entre los espacios cerrados y abiertos. En ambos casos, es el cuerpo humano el que conecta el horizonte interior (percepción sensorial del visitante) con el horizonte exterior (el paisaje urbano y natural que rodea el edificio).

Finalmente, la obra de Eduardo Chillida y el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Rogelio Salmona se relacionan en la forma en que exploran la interacción entre el cuerpo y el espacio. Ambos utilizan materiales sólidos como el hierro y el ladrillo, pero los transforman en formas que invitan a la exploración sensorial y la conexión entre lo cerrado y lo abierto. Chillida, por una parte, con sus esculturas, y Salmona, con sus diseños, establecen un diálogo continuo entre el interior y el exterior, en el que el cuerpo humano es el mediador de la experiencia que está en constante cambio. Ambos muestran cómo la escala y el material no solo definen la forma, sino también las relaciones emocionales y sensoriales que el espacio genera.




Comentarios

  1. Me parece un análisis enriquecedor y además abre vías interesantes para debatir. la metafpra de la mano, por ejemplo, resulta sugestiva al explicar la interacción entre el cuerpo y el espacio, sin embargo ¿cree que esta analogía puede estar sobre otros proyectos contemporaneos?
    Por otro lado, la comparación entre la materialidad utiizada por Chillida y la del centro cultural, me genera curiosidad e intriga, pues ambos son materiales solidos pero que se transforman en 'elementos' que invitan a pasar a un espacio protegido pero no necesariamente esa protección es un espacio cerrado.

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