Corporalidad e intersubjetividad en la Villa Müller
Habitamos con el cuerpo, percibimos con el movimiento
La Villa Müller, diseñada por Adolf Loos, es uno de los
ejemplos más claros de su concepto del raumplan, una forma de entender la arquitectura
que rompe con la organización tradicional de los espacios y propone una
experiencia más sensorial, dinámica e inmersiva para habitar la arquitectura.
Es interesante ver como la perspectiva que Loos propone
puede ponerse en diálogo con la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty, quien
analiza la percepción como una experiencia física e intersubjetiva. Para este,
el espacio no es una realidad objetiva e inmutable, sino algo que se despliega
a través de la experiencia del cuerpo en movimiento.
En la Villa Müller, esta idea se materializa de manera evidente ya que no estamos hablando de un espacio con niveles convencionales, sino por el contrario, Loos genera una promenade interna donde el habitante transita por umbrales, escalones y variaciones de alturas (Imagen 1) que crean una experiencia diferente a la que uno tendría en un espacio un poco más "convencional". Esta composición permite que la casa no se perciba de forma inmediata o a simple vista, sino que se descubra progresivamente a medida que el cuerpo la habita. Para entender un poco mejor este planteamiento es importante resaltar que no vemos el mundo desde una posición fija, sino que lo comprendemos a través del movimiento y de la relación entre nuestro cuerpo y el entorno. Esta idea se relaciona directamente con la lógica del Raumplan, donde el espacio no es algo dado de antemano, sino una construcción que se revela en el transcurso del recorrido.
Pero la corporalidad no es el único aspecto importante en estos planteamientos: la intersubjetividad también es clave. Merleau-Ponty sostiene que nuestra percepción del mundo está mediada por la presencia de otros, y en la Villa Müller esto se traduce en la manera en que Loos diseña las relaciones espaciales entre los habitantes. Los espacios no son compartimentos cerrados, sino ámbitos interconectados (Imagen 2) que permiten distintas formas de interacción visual y social. Desde el salón se puede observar el comedor elevado, y ciertos espacios más privados, como la biblioteca. Estas estrategias proyectuales contrastan áreas donde la visibilidad y la comunicación son más fluidas. Adolf Loos no solo utiliza la composición del espacio para crear esta experiencia, sino también, utiliza la materialidad de los revestimientos no solo como una decisión estética o funcional, sino también, como una estrategias para materializar su planteamiento, ejemplo de ello: Los diferentes materiales, los cuales enmarcan y definen límites espaciales sin necesidad de estar delimitados con muros totalmente cerrados de esta manera también hace visibles las diferentes jerarquías que ponemos encontrar en los espacios (Imagen 3) . Es claro que cada una de las decisiones tomatas en esta obra fueron pensadas para reforzar la experiencia espacial del Raumplan, donde los recorridos, las visuales y la materialidad configuran una narrativa arquitectónica en la que cada espacio adquiere un carácter propio.
En definitiva, el proyecto de Loos demuestra que el espacio
arquitectónico no solo se define por sus límites físicos, sino también por la
experiencia sensorial y relacional que permite, donde la materialidad y la
espacialidad se entrelazan para construir una atmósfera viva y dinámica. De
este modo, la casa no es solo un conjunto de habitaciones, sino un escenario de
relaciones humanas. La arquitectura de Loos estructura no solo el espacio, sino
también la manera en que las personas se encuentran, se ven y se relacionan
entre sí. En esto, la Villa Müller y la fenomenología de Merleau-Ponty
comparten una misma intuición: el espacio no es estático donde ocurre la vida,
sino una realidad dinámica y entrelazada con la experiencia del cuerpo y la
mirada del otro.
Es pertinente la relación que se hace entre el Raumplan y la fenomenología, sin embargo podría hacerse una pregunta y es si la noción del espacio vista como una experiencia progresiva / relacional no se enfrenta con la carga normativa característica de la arquitectura de Loos.
ResponderEliminarPor otra parte, el raumplan si, ofrece una riqueza espacial y un dinamismo cuando de habitar se trata, ¿es posible que este siga reflejando nada más que jerarquías espaciales y sociales impuestas? Además se hace mención a la materialidad y como esta define espacios sin necesidad de muros cerrados, pero, podríamos decir que esta interpretación de la Villa Müller está sobredimensionando las intenciones originales de Loos, esto considerando que bueno, él es conocido por su crítica al ornamento y su pragmatismo.
La relación entre el cuerpo, el movimiento y la percepción del espacio en la Villa Müller es una lectura acertada, ya que el cuerpo es el medio a través del cual experimentamos los límites y relaciones espaciales, tanto de forma física como sensorial. En este sentido, el Raumplan representa un cambio significativo en la arquitectura al introducir una experiencia espacial más fluida e intencional, donde el recorrido no solo es físico sino también visual. La materialidad juega un papel clave en esta percepción, no solo delimitando espacios sin la necesidad de muros cerrados, sino también transmitiendo sensaciones que afectan nuestra experiencia del lugar, como la temperatura, la textura y la acústica.
ResponderEliminarSin embargo, el cuestionamiento del compañero es pertinente, ya que abre la discusión sobre si la interpretación fenomenológica del Raumplan responde realmente a las intenciones originales de Loos o si es una lectura contemporánea que amplía su significado. Es cierto que Loos concebía el espacio con una lógica funcional y jerárquica, lo que plantea la pregunta de si su arquitectura, más allá de generar una experiencia sensorial rica, sigue estructurando relaciones espaciales y sociales de manera rígida.
Aquí es donde la arquitectura se vuelve un objeto de estudio dinámico: más allá de las intenciones explícitas del arquitecto, los análisis posteriores pueden revelar cualidades inesperadas o aspectos problemáticos que no fueron considerados en su momento. El problema no está en reinterpretar la obra, sino en reconocer qué elementos responden a la intención original y cuáles emergen de nuevas formas de lectura. Este ejercicio de problematización permite no solo comprender mejor la obra de Loos, sino también cuestionar los efectos que la arquitectura tiene sobre quienes la habitan.
La lectura que propones de la Villa Müller desde la fenomenología de Merleau-Ponty, destaca cómo el Raumplan de Loos no solo organiza el espacio, sino que lo convierte en una experiencia sensorial y relacional. Es especialmente interesante cómo se resalta la importancia del movimiento en la percepción arquitectónica: la casa no se comprende de un solo vistazo, sino que se descubre gradualmente a través del recorrido, estableciendo un paralelismo claro con la idea de que el espacio se construye a medida que lo habitamos con el cuerpo. Esta perspectiva podría complementarse considerando que, si bien la Villa Müller enfatiza la fluidez espacial y la interconexión con los habitantes, también genera momentos de control y jerarquía. Loos diseña una casa donde ciertos espacios permiten interacción y visibilidad, pero otros se ocultan o restringen la mirada. En este sentido, podríamos preguntarnos si la experiencia del Raumplan es siempre una invitación a la libertad del cuerpo o si, por el contrario, también implica una coreografía predefinida por el arquitecto, que dirige la manera en que el habitante se desplaza y experimenta el espacio.
ResponderEliminarSi la arquitectura condiciona la forma en que percibimos el mundo, como sugiere la fenomenología, ¿hasta qué punto nuestras experiencias espaciales son auténticamente propias y hasta qué punto están determinados por quienes diseñan esos espacios? ¿Realmente habitamos con libertad, o simplemente recorremos los caminos que han sido trazados para nosotros?