Entre lo visible y lo Intuitivo: La Experiencia del Espacio según Patočka y Oteiza
Imagen tomada de: https://www.archdaily.co/co/02-69314/clasicos-de-arquitectura-el-pabellon-aleman-mies-van-der-rohe
La clase en la que se exploró sobre las ideas del filósofo Jan Patočka y el artista Jorge de Oteiza me pareció interesante debido a que son reflexiones que si bien vienen de distintas disciplinas a la arquitectura, aportan distintas ideas para construir definir la posible relación entre cuerpo y espacio, siendo el cuerpo es protagonista en la creación del espacio . Las ideas que exploramos en la clase de estos dos personajes ofrecen distintas perspectivas para entender cómo los espacios arquitectónicos interactúan con nuestra corporalidad y nuestra percepción del mundo.
En la perspectiva de Jan Patočka, me llama la atención como el define que cuerpo es la base desde la cual experimentamos el mundo y este no solo nos conecta con el espacio físico o también el espacio objetivo, sino que también con un espacio subjetivo cargado de significados y relaciones con la comunidad y el entorno. Esto me gustaría interpretarlo como que en la arquitectura, la idea de que un espacio no está definido netamente por sus dimensiones, sino por cómo este es percibido y vivido por quienes lo ocupan. El Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe puede servir como ejemplo, ya que este edificio no fue concebido como un espacio cambiante donde el movimiento del cuerpo a través del proyecto altera la perspectiva por medio de a ciertos elementos, como las paredes que no están dispuestas para encerrar al espectador, sino para guiarlo, haciendo que el cuerpo del visitante se convierte en una brújula para explorarlo. Otro punto clave de la ideología de Patočka es el concepto de horizonte, que él define como el sentido de lo que nos rodea, percibido por el cuerpo, pero que nunca es completo; siempre hay algo más allá de nuestra percepción inmediata. Este concepto puede traducirse a la forma en que el espacio nos invita a explorar lo que no es visible, creando un diálogo entre lo presente y lo ausente. En el Pabellón de Barcelona se juega con este concepto al utilizar planos simulan su continuidad más allá de lo visible como se ve en los reflejos del estanque de agua de las paredes de vidrio distribuidas en el proyecto, lo no solo amplían el espacio físico, sino que también crean un horizonte que invita a imaginar lo que está fuera de nuestra visión, logrando que el visitante intuya y complete el espacio a través de su experiencia corporal.
Por otro lado, la obra de Jorge de Oteiza usa la idea del vacío como eje central. Para él, el vacío no es ausencia, sino una herramienta para caracterizar que captura algo, dando como ejemplo la muerte, que al final y al cabo es la ausencia de alguien que al perderlo, prueba que yo existo. En sus esculturas, el vacío genera una tensión que da sentido al espacio que lo rodea, llegando a tener la misma importancia que la materia, que puede establecer una relación simbiótica, estableciendo un nivel más macro que lo que le pasa al mundo, al paisaje, también le sucede a un individuo. El uso del vacío también es un componente relevante en obras como el Pabellón de Barcelona. En él los espacios vacíos del pabellón adquieren una cualidad contemplativa, permiten que la gente reflexione y que tomen conciencia de su cuerpo en relación con el espacio.
Tanto Patočka como Oteiza enfatizan que el espacio no puede entenderse sin considerar al cuerpo humano y sus interacciones, y las escalas relativas que conforman el mundo (cuerpo, comunidad, lenguaje mundo). La arquitectura, tiene la capacidad de materializar estas ideas, creando espacios que no solo se habitan, sino que también se sienten y se piensan. El Pabellón de Barcelona como se resaltó antes, es un gran ejemplo de esta intención. Su diseño no busca imponer un único significado, sino abrir una amplia gama de posibilidades para que cada visitante lo interprete según su propia experiencia. Este enfoque se relaciona también con la multicontextualidad que Patočka describe como nuestra capacidad de involucrar distintos contextos, en el caso del espacio arquitectónico, adquiere diferentes significados según el contexto cultural, histórico y personal de quien experimenta el espacio. A través de estos dos académicos, se puede comprender mejor cómo el espacio no solo se mide en términos físicos, sino también a través de la experiencia subjetiva y emocional propia de cada cuerpo humano; Además de que estas reflexiones nos recuerdan que diferentes disciplinas como la arquitectura, el arte y la filosofía, son formas de conocimiento enriquecen y abren diálogos sobre diferentes cuestiones, como en este caso, entre el ser humano y su entorno.
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ResponderEliminarEstoy de acuerdo con la idea de que la arquitectura no puede separarse de la experiencia del cuerpo. Oteiza y su interpretación del vacío resuenan con la forma en que Barragán usa el espacio entre muros y patios para generar una sensación de contemplación y recogimiento.
ResponderEliminarEsto me lleva a cuestionar: ¿Estamos diseñando espacios que permitan ser interpretados y vividos de manera subjetiva por cada habitante? ¿O seguimos imponiendo estructuras rígidas que limitan la experiencia corporal? Quizás la verdadera arquitectura no esté en lo que se construye, sino en lo que permite sentir, imaginar y descubrir con el movimiento y la interacción del cuerpo.