Entre muros, el arte de esconder y revelar.













Crítica de la arquitectura 

Segundo semestre 2024

Laura Moya

UNAL, Escuela de Arquitectura y urbanismo



“La arquitectura es básicamente un contenedor de algo. 

Espero que disfruten no tanto la taza de té, sino el té”. 

Yoshio Taniguchi.




Hay obras que nos revelan su historia de inmediato, otras, en cambio, nos exigen recorrerlas capa tras capa, umbral tras umbral, descubriendo espacios que parecen esconder otros, como quien abre una muñeca matrioshka y se sorprende al notar que hay más en el interior, la casa Barragán es una de estas obras-misterio, una arquitectura que no se presenta por completo en un solo vistazo, sino que se despliega pacientemente esperando a ser descifrada.
 Desde el exterior, la primera capa, la fachada del edificio es austera, sencilla y casi hermética, así como la muñeca más grande, es la barrera protectora que resguarda todo lo que hay dentro, es apenas el primer tramo de un mundo oculto. Al cruzar adentro, se encuentra la segunda muñeca, un hall, un espacio de bienvenida y experimentación sensorial que aún mantiene el misterio de lo que hay a continuación. Luego llegamos al vestíbulo, una antesala que actúa como articulador donde su iluminación y materiales preparan al visitante brindando la promesa de lo desconocido.

La tercera muñeca, la sala, no marca el final del recorrido, pero sí un punto de inflexión en la experiencia espacial. Aquí, los muros que antes cerraban y separaban comienzan a abrirse de manera controlada, guiando la vista y permitiendo el paso a destellos de lo oculto. Ya no solo protegen, sino que también invitan: sus aperturas estratégicas, insinúan lo que está por venir, filtrando pedazos del espacio contiguo. Como si el juguete se agrietara, o como si al intentar husmear a través de una rendija, solo se lograra vislumbrar un pedazo de la siguiente muñeca. Allí logramos ver otro contenedor, a través del fragmento  de  la biblioteca que logra escapar de la presencia del muro, es la cuarta capa y al dirigirnos pasando el muro que la enmarca y diferencia de la sala, encontramos este espacio que se encuentra contenido en la doble altura del salón  que comparte con la sala. 

En este recorrido por los espacios colectivos del eje central de la casa, en la primera planta, llegamos a donde, se encuentran las dos quintas muñecas, las ultimas, donde el espacio se concentra en sí mismo, conteniendo en su interior la memoria de todas las capas anteriores, como la esencia final de la experiencia espacial, la primera-ultima muñeca, es el estudio, un espacio inesperado que se desliza entre la sala y la biblioteca, mientras nos adentramos en esta, este lugar apenas se insinúa, oculto tras los muros perimetrales que lo contienen y enmarcan. No se revela de inmediato, sino que se descubre en el transcurso del recorrido, como un resguardo dentro del tejido arquitectónico, un refugio que solo se percibe plenamente al cruzar sus límites.

La segunda es el jardín, que desde la sala, descubrimos contenido por un umbral donde la mirada se posa sobre la sorpresiva puesta en escena de la vegetación. No se trata solo de una apertura, sino de un contenedor en sí mismo: una ventana que, más allá de ser un simple vano, se convierte en un marco espacial. Aquí, la arquitectura construye un escenario  para el encuentro con la naturaleza, trascendiendo la delgada barrera de una hoja de vidrio y su herrería para convertirse en una extensión habitable, una pausa dentro del recorrido donde los sonidos del exterior ya no alcanzan y solo queda el murmullo de las hojas.

Así, la casa Barragán no es  una simple sucesión de habitaciones, sino que la transición entre espacios es clave en esta experiencia. No hay cortes abruptos, sino un juego de aperturas y cierres que modulan la percepción. Los muros dejan de ser barreras para convertirse en membranas que filtran la luz y la mirada, insinuando nuevas capas por descubrir. Los pasillos no son solo conexiones, sino pausas que intensifican la percepción; los patios no son solo vacíos, sino articuladores del espacio, cada umbral es un punto de transición, una fractura sutil en la continuidad espacial que sugiere la presencia de algo más allá. Cómo una matrioshka arquitectónica, cada habitación encierra otra más profunda, más íntima, más secreta. Es un hogar que, como una memoria, contiene capas superpuestas de experiencias, donde el espacio no es un solo lugar, sino una sucesión de hallazgos. Cada rincón guarda el eco de una vivencia pasada, cada umbral nos conduce a un nuevo ámbito.

La obra no se entiende en su totalidad de inmediato, no se trata de abrir una puerta y encontrarse con el conjunto completo, sino de ir desentrañando, paso a paso, aquí, el habitar no es estático, sino una experiencia parecida  a jugar con una matrioska: cada vez que creemos haber alcanzado el núcleo, encontramos una nueva capa por abrir, una estancia aún más íntima y profunda esperando ser descubierta, donde cada rincón guarda el eco de otro aún por revelar.



CASA LUIS BARRAGÁN. (s. f.). http://www.casaluisbarragan.org/lacasa.html

C, h. (s. f.). https://www.fadu.edu.uy/estetica-diseno-ii/files/2013/05/Heidegger-Construir-Habitar-Pensar1.pdf

Blasco, L. S. (2020, 28 marzo). La arquitectura es básicamente un contenedor de algo – Taniguchi. COSAS de ARQUITECTOS.https://www.cosasdearquitectos.com/2012/07/la-arquitectura-es-basicamente-un-contenedor-de-algo-taniguchi/






Comentarios

  1. Es interesante la manera en la que presentas el análisis como una arquitectura que se descubre a través del recorrido, capa tras capa como una matrioshka que revela su esencia solo a quienes se adentran en ella. Cómo se el texto presenta la experiencia espacial, y refuerza en ella que, el habitar no es solo una cuestión de estar solamente en un lugar, sino de explorarlo, de descubrirlo a medida que se transita. Esta forma de entender la arquitectura como una serie de umbrales, donde cada espacio insinúa el siguiente sin revelarlo por completo, resalta la importancia de la transición y la sorpresa en el diseño. Los muros no solo delimitan, sino que también ocultan y sugieren; los pasillos no solo conectan, sino que preparan para lo que vendrá; las aperturas no solo iluminan, sino que enmarcan y dirigen la percepción. Esto convierte la casa en un organismo vivo, un espacio en constante transformación dependiendo del punto de vista y del momento del recorrido.

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