¿Es el espacio inherente al humano?
¿Es el espacio
inherente al humano?
Yuly Katherine Gil Silva
Schmarsow,
en su investigación, narra cómo la arquitectura ha estado presente a lo largo
del desarrollo y evolución de la humanidad. A lo largo de la historia, se ha
intentado categorizarla como arte o ciencia, sin lograr una aceptación
absoluta. Desde posturas que la consideran parte de las bellas artes hasta
afirmaciones como la que expone en su conferencia, donde sostiene que "la
arquitectura no pertenece a las bellas artes, sino que es el arte de la
construcción”. No obstante, a esta afirmación añade un severo rechazo: "la
arquitectura no es un arte libre. Es un arte comprometido, y no hay ninguna
justificación teórica que nos permita distinguirla de la tectónica y del resto
de las artes aplicadas, como si se tratase de una de las artes libres o de las
bellas artes”.
Incluso
dentro de la disciplina, los propios arquitectos han reducido la arquitectura a
un enfoque meramente superficial, refiriéndose a ella como "el arte del
revestimiento”. Sin embargo, la lectura propone desprendernos de esta
concepción tradicional y exterior de la arquitectura, que se centra en las
fachadas de grandes monumentos comparándolas con esculturas. Schmarsow enfatiza
que la arquitectura no es simplemente el arte de la construcción, ni puede
equipararse a otras artes por criterios funcionales o estéticos. No es una
artesanía ni un arte de representación. En última instancia, concluye que,
hasta ese momento, no se sabía con certeza qué constituía realmente la
arquitectura, por lo que es necesario regresar a su origen y esencia para
comprender su verdadera naturaleza. Es entonces cuando define la arquitectura
como la moldeadora del espacio y la coloca dentro de la experiencia sensorial y
psicológica.
En
la fenomenología del espacio, Schmarsow plantea que el cuerpo no solo percibe
la arquitectura de manera pasiva, sino que también la vive y experimenta. La
interacción sensorial entre el cuerpo y el entorno construido es lo que da
verdadero sentido a la arquitectura.
Entre
los aportes del autor, podemos concluir que la esencia de la arquitectura debe
estar presente en todas sus manifestaciones. Esta esencia reside tanto en la
mente del creador o diseñador como en la percepción del observador, abarcando
desde sus orígenes hasta su expresión contemporánea, desde lo más sofisticado
hasta lo más simple. Esta idea se ilustra a través de los siguientes ejemplos
arquitectónicos, que pertenecen a períodos cronológicos distantes.
La
Catedral de Notre Dame en Paris es un ejemplo arquitectónico que nos permite
analizar la experiencia sensorial y percepción humana. El diseño de la catedral
gótica responde a unas características estructurales que demuestran la conexión
de la arquitectura con la matemática al calcular simetrías y proporciones en
arcos apuntados, bóveda de crucería y
contrafuerte que apoyan a la proyección de un espacio más elevado y luces más
amplias, que significaba un desafío para las técnicas de la época. Lo anterior permite
que el interior de gran altura y sus naves delimitadas por esbeltos pilares creen
una sensación de elevación, guiando la mirada naturalmente hacia el cielo,
siendo evidente el eje vertical y fortaleciendo la idea de coordenadas que
explica Schmarsow. La luz que atraviesa los vitrales, coloreando el espacio con
matices cambiantes, intensifica la conexión sensorial con el entorno, haciendo
que el visitante no solo vea, sino que experimente la arquitectura.
Es la manifestación de una visión de transcendencia y espiritualidad,
donde el observador no se siente atrapado, sino parte de un entorno diseñado
para la contemplación y la trascendencia. Notre Dame, más que un refugio, es
una experiencia espacial que conecta arquitectura, percepción y significado
cultural.
Tomada de: https://www.culturagenial.com/es/catedral-notre-dame-de-paris/
Un
ejemplo que es más cercano a la actualidad es el Museo Guggenheim que también
ejemplifica la relación entre el creador, el observador y el espacio, ya que no
solo es una obra arquitectónica, sino que influye directamente en la manera en
que los visitantes perciben las obras de arte. El vacío central actúa como un
eje vertical de referencia espacial, conectando visualmente los distintos
niveles y enfatizando la continuidad del espacio.
En
términos de arquitectura como delimitación espacial, el museo demuestra que los
espacios pueden definirse sin recurrir a una estructura convencional de muros y
techos rígidos, sino a través de formas envolventes que invitan al usuario a
explorarlos. Así, el espacio interior se convierte en el principio fundamental,
priorizando la interacción entre el visitante y el entorno. Finalmente,
la disposición del edificio cambia la percepción espacial según la postura del
cuerpo: el visitante que recorre la rampa en posición vertical experimenta una
sensación de fluidez y continuidad, mientras que, desde un punto fijo o en
posición horizontal, la relación con el espacio se transforma, haciendo aún más
evidente la profundidad y el dinamismo del diseño.
Para
finalizar Schmarsow argumenta que el espacio no es algo que simplemente
observamos, sino algo que vivimos, experimentamos y construimos mentalmente. La
arquitectura, por tanto, es un reflejo de nuestra necesidad innata de
estructurar el mundo, de generar orden y significado en nuestro entorno. Así,
Notre Dame y el Guggenheim no son solo edificios; son expresiones de cómo el
ser humano ha dado forma al espacio a lo largo del tiempo, manifestando en cada
época su forma de pensar, sentir y habitar el mundo.
Se explora aquí la arquitectura desde una perspectiva fuera desde la visión simplista de la construcción o estética, y la considera como moldeadora del espacio dentro de una experiencia sensorial y psicológica. El uso de la Catedral de Notre Dame y el Museo Guggenheim como referentes para el análisis de estas ideas es interesante, ya que ambos representan enfoques arquitectónicos distintos que influyen en la percepción y experiencia del espacio.
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