Habitar para construir, construir para habitar.













Crítica de la arquitectura 

Segundo semestre 2024

Laura Moya

UNAL, Escuela de Arquitectura y urbanismo



"El modo en que eres y yo soy, el modo en que los mortales 

somos sobre la tierra, es el habitar." 

Martin Heidegger. 



Para Martin Heidegger, el habitar no es solo ocupar un espacio, sino existir en relación con él, entenderlo y ser parte de él. En su ensayo Construir, habitar, pensar, el filósofo señala que habitar es el fundamento del ser humano en el mundo, y que la arquitectura debe permitir esa conexión esencial con el entorno y con la experiencia de la vida.

La Abadía Benedictina de San José, diseñada por Jesús Tenreiro, es más que un refugio monástico; es una manifestación arquitectónica del habitar en su sentido más profundo. Siguiendo la idea de Heidegger, construir no es un simple acto técnico ni un medio para un fin, sino una expresión del vínculo esencial entre el ser humano y su entorno. No construimos para luego habitar, sino que construimos porque ya habitamos el mundo de una manera significativa, como lo describe el significado original de la palabra construir en alemán que era lo mismo que habitar. Heidegger nos dice que habitar no es simplemente ocupar un lugar, sino encontrarnos con nuestra propia esencia en él. Si habitamos la casa, es porque la casa también nos habita. En la abadía, los monjes  no sólo viven allí: son habitados por ella. También habitan allí aquellos que la visitan, aunque sea por unas horas. Quienes llegan con la intención de contemplarla, de recorrer sus espacios, de escuchar su silencio, entran en una nueva forma de habitar: una que no requiere propiedad ni permanencia, sino disposición a encontrarse con el lugar, no habitan sus muros en el sentido convencional, pero sí la habitan en la forma en que Heidegger lo entendería: abriéndose al espacio, dejándose afectar por él, permitiendo que transforme su percepción del ser, existiendo en el. 


El pensamiento heideggeriano sobre el humano y el espacio rompe con la idea tradicional de que el espacio es algo exterior, un mero "escenario" donde se desenvuelve la vida humana. Para Heidegger, el hombre no está separado del espacio, ni el espacio es una entidad independiente que simplemente se ocupa. Más bien, el ser humano es inseparable de su habitar, porque cuando decimos "humano", ya estamos diciendo "habitar", y con ello, una existencia en relación con la Cuaternidad: cielo y tierra, divinos y mortales. La Abadía Benedictina de San José, lejos de ser un mero objeto arquitectónico, es una manifestación del habitar en su sentido más esencial. En ella, el cielo, la tierra, los divinos y los mortales no son categorías separadas, sino dimensiones que se entrelazan en cada rincón, con la tierra ya que  Jesús Tenreiro Degwitz no construyó una abadía, la desenterró. Como quien encuentra un fósil de piedra y viento, permitió que la forma emergiera de la tierra, en un acto de respeto y comprensión. Construir no solo es edificar, es escuchar, La relación con el cielo se manifiesta tanto a través de los recursos técnicos que hacen que la abadía parezca flotar en el paisaje entre las nubes para quien la observa desde el comienzo de la colina, como en el uso de la luz como un elemento compositivo esencial en cada uno de sus espacios. Lo divino, entendido no solo en un sentido religioso dogmático, sino como aquello que trasciende la mera existencia material, se revela en la manera en que la arquitectura enmarca el paisaje, en cómo la luz natural baña el altar y se filtra entre las aperturas acompañando  los recorridos que invitan a la introspección, cada espacio de la abadía convoca a la contemplación y al asombro, permitiendo que lo sagrado se experimente a través de la arquitectura misma. En este lugar, los mortales, representados por los monjes que habitan la abadía y los visitantes que la recorren, descubren que la abadía no es solo un refugio para la vida monástica, sino un espacio que acoge a todo aquel que se adentra en su arquitectura en busca de una experiencia de introspección y conexión con lo trascendente.

Para Heidegger, habitar también es un acto poético. Esto significa que la arquitectura no debe reducirse a la función técnica, sino que debe abrir un espacio para la reflexión y el asombro. La Abadía de Tenreiro logra esto a través de su materialidad, su relación con el entorno y su configuración espacial. El uso del ladrillo y el concreto expuesto crea una textura que no solo es visual, sino táctil. Los muros rugosos invitan a ser tocados, los patios abiertos permiten sentir el viento y los cambios de luz generan una atmósfera cambiante a lo largo del día. Así, la arquitectura no solo se percibe con la vista, sino con el cuerpo entero. Esta es una manifestación clara de lo que Heidegger denomina "habitar de manera auténtica": estar en el mundo con todos los sentidos, enraizarse en un lugar sin dominarlo, sino dejándose afectar por él. Siguiendo a Heidegger, podríamos decir que la Abadía de Tenreiro no solo se construyó desde el significado actual de levantar muros y ya, sino que nació del habitar, y en su existencia permite que otros también habiten el mundo de una manera más profunda y significativa.

Heidegger, M. (1975). Construir, habitar, pensar. Universidad de Chile, (5-6).
Guía Cultural Carabobo. (2023, septiembre 28). Fotografía de la Abadía Benedictina de San José, Venezuela [Fotografía]. Instagram.








Comentarios

  1. como dice heiddegger no habitamos porque hemos construido, sino que construimos porque ya habitamos. en la abadía se ejemplifica esta filosofía, no es únicamente un refugio monástico, es una manifestación arquitectónica del habitar auténtico. La abadía emerge desde la tierra misma, integrándose con el paisaje natural y creando un espacio donde los visitantes pueden experimentar una conexión más profunda con su entorno
    otra característica de la abadía con el filosofo es el "habitar poético" dando espacios para la reflexión y el asombro

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