Martin Heidegger - Construir, habitar, pensar


Heidegger plantea que construir no se reduce a la simple creación de estructuras, sino que está ligado a la esencia del habitar. Para el filósofo, el acto de habitar implica un vínculo fundamental entre el ser humano y su entorno, lo que otorga a la arquitectura un significado más profundo. La relación entre espacio y existencia es clave en su pensamiento, ya que habitar implica una forma de ser en el mundo que trasciende la función técnica de los edificios. Heidegger argumenta que la arquitectura debería responder a una necesidad ontológica, permitiendo a los individuos sentirse arraigados a un lugar a través de su experiencia sensorial y emocional. Habitar, en este sentido, no es simplemente residir en un espacio, sino establecer una conexión con el entorno que permita una experiencia plena de la existencia.





Análisis:

La Casa en Tacubaya de Luis Barragán encarna la idea de Heidegger sobre el habitar. En esta obra, el diseño arquitectónico no solo busca delimitar un espacio físico, sino que crea un ambiente donde la luz, los materiales y la relación con la naturaleza generan una experiencia de arraigo y contemplación. La arquitectura de Barragán no es un objeto aislado, sino una extensión del paisaje que permite al habitante establecer un vínculo íntimo con su entorno. La obra se construye como un espacio de introspección, donde el individuo puede experimentar el tiempo y la luz de manera pausada, favoreciendo un tipo de habitar que no está determinado únicamente por la funcionalidad, sino por la forma en que el espacio se experimenta y se siente.





Ejemplo arquitectónico:

La Casa en Tacubaya demuestra que habitar es mucho más que ocupar un espacio. La cuidadosa selección de materiales, como los muros de colores terrosos y las superficies rugosas, genera una conexión sensorial con el entorno. Los patios interiores no solo funcionan como espacios de transición, sino que también actúan como dispositivos para enmarcar la luz y la sombra, transformando la percepción del tiempo dentro de la vivienda. La relación entre el interior y el exterior se vuelve ambigua: las aberturas estratégicamente ubicadas permiten una integración visual y ambiental con la vegetación circundante, reforzando la idea de que la arquitectura debe proporcionar un sentido de pertenencia y arraigo en el mundo.

Además, Barragán trabaja con la materialidad para acentuar la sensación de habitabilidad y el carácter introspectivo de la casa. Los muros gruesos y las pequeñas ventanas no solo protegen del ruido exterior, sino que generan un ambiente de refugio, lo que Heidegger llamaría un "estar en el mundo" arraigado. La interacción con el agua, presente en estanques y espejos, añade una dimensión sensorial al espacio, evocando la idea de que el habitar no es solo una actividad racional, sino también emocional y sensorial. La casa no solo es un lugar de residencia, sino un espacio que configura la percepción del tiempo y la memoria del habitante.

Otro aspecto crucial es la forma en que Barragán utiliza la luz como un elemento arquitectónico activo. La luz natural entra de manera controlada, generando una sensación de sacralidad dentro de la casa. En los diferentes momentos del día, la luz modifica la experiencia del espacio, transformando la percepción del habitante sobre su entorno inmediato. Esto se alinea con la idea heideggeriana de que el habitar auténtico implica un reconocimiento del tiempo como parte del espacio. La casa se vuelve un lugar donde el tiempo es tangible, no solo a través de su arquitectura, sino a través de la relación del habitante con los ciclos naturales.

En términos espaciales, la Casa en Tacubaya no responde a una lógica de distribución funcionalista, sino a una narrativa espacial que invita a la contemplación. La secuencia de espacios no sigue un esquema tradicional de habitaciones y pasillos, sino que está diseñada para guiar al habitante a través de una experiencia sensorial donde la arquitectura se siente, en lugar de simplemente percibirse. Cada rincón de la casa tiene un propósito emocional y simbólico, creando un recorrido que permite que el usuario experimente distintas sensaciones de protección, apertura, sombra y luz.

Desde la perspectiva de Heidegger, esta casa encarna el concepto de "desocultamiento", donde la arquitectura revela el mundo a través de su relación con la luz, el tiempo y la materialidad. La arquitectura, en este sentido, no es solo un marco construido para la vida humana, sino una manifestación de la existencia misma. Barragán logra esto al diseñar un espacio que no impone una estructura rígida al habitante, sino que le permite apropiarse del entorno de manera intuitiva y personal.



Conclusión:

La visión de Heidegger sobre el habitar nos invita a reflexionar sobre la arquitectura como una experiencia existencial. La Casa en Tacubaya es una manifestación tangible de esta idea, mostrando que los espacios arquitectónicos deben ser diseñados para fomentar una relación significativa entre el ser humano y su entorno. Barragán no concibe la casa como una mera estructura, sino como un espacio de contemplación y arraigo.

A través del uso de la luz, la materialidad y la relación con el paisaje, la Casa en Tacubaya permite que el habitante se sienta conectado con su entorno de una manera que va más allá de lo funcional. La arquitectura se convierte así en una herramienta para experimentar el mundo, proporcionando refugio y, al mismo tiempo, permitiendo la apertura hacia el exterior. En este sentido, la casa no solo responde a una necesidad de habitar, sino que transforma la manera en que el habitante se relaciona con el tiempo y el espacio. Barragán demuestra que la arquitectura puede ser un medio para enraizar al ser humano en el mundo, permitiéndole habitarlo de manera plena y consciente.

 


Galería de Clásicos de Arquitectura: Casa-Estudio Luis Barragán / Luis Barragán  - 7. (n.d.). ArchDaily Colombia. https://www.archdaily.co/co/02-101641/clasicos-de-arquitectura-casa-estudio-luis-barragan-luis-barragan/lrbln10?next_project=no


Comentarios

  1. Heidegger nos recuerda que la arquitectura no debe reducirse a la construcción de espacios funcionales, sino que debe ser un medio para que el ser humano se relacione auténticamente con su entorno. Sin embargo, en la práctica contemporánea, esta idea se enfrenta a una realidad donde la eficiencia y la estandarización parecen dominar el discurso arquitectónico. Se construyen edificios para ser habitados, pero no necesariamente para ser vividos.
    Si la arquitectura tiene el poder de arraigar al ser humano en el mundo, entonces deberíamos preguntarnos por qué tantas ciudades y espacios contemporáneos generan precisamente lo contrario: desconexión, transitoriedad y desarraigo. Tal vez el verdadero desafío no sea solo diseñar espacios que sigan principios filosóficos, sino preguntarnos cómo lograr que estos principios sean una prioridad en la manera en que concebimos y construimos nuestras ciudades.

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  2. fascinante cómo este ensayo logra entrelazar la filosofía de Heidegger con la arquitectura de Barragán de una manera tan clara y reflexiva. La idea de que habitar va más allá de la simple ocupación de un espacio y se convierte en una experiencia sensorial y emocional resuena mucho con la manera en que realmente percibimos nuestro entorno. En particular, la conexión entre la luz, el tiempo y la materialidad en la Casa en Tacubaya me hace pensar en cómo ciertos espacios pueden provocar una sensación de calma y pertenencia que a veces pasamos por alto en la vida cotidiana. Es interesante ver cómo la arquitectura puede moldear nuestra percepción del mundo y nuestra relación con él, algo que, en mi opinión, debería ser una consideración central en cualquier diseño arquitectónico.

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