Más allá de la vista: Habitar la Casa en Tacubaya desde la fenomenología.

Universidad Nacional de Colombia. 
Facultad de Artes.                                                                                                                   
Escuela de Arquitectura y Urbanismo.  
Critica de la Arquitectura.  
2024 - II

Escudriñando La Casa en Tacubaya desde la fenomenología de Merleau-Ponty.                                               
Juan José Ardila Medina

Los seres humanos somos, por naturaleza, criaturas mayoritariamente visuales, ya que absorbemos el 90% de la información a través de la vista. Sin embargo, es fundamental distinguir entre ver y observar. Maurice Merleau-Ponty plantea en su ensayo El ojo y el espíritu (1950) que el sentido de la vista no es pasivo, ni se reduce exclusivamente a las imágenes que reciben nuestros ojos. Esta visión se complementa con la forma en que interactuamos con el mundo y con el vínculo fundamental que establecemos con aquello que percibimos. Así, la relación que entablamos con el mundo no puede describirse como meramente objetiva, puesto que está íntimamente ligada a nuestra existencia. Aunque el enfoque de Merleau-Ponty se dirige principalmente a la pintura como medio para revelar la manera en que percibimos la realidad, en este caso la atención se centrará en la arquitectura, y en particular en la Casa de Luis Barragán, ubicada en Tacubaya, un barrio de la Ciudad de México.



Este espacio articulador dispone la escalera enfrentándola con la entrada a la estancia-biblioteca, un gran volumen de doble altura que dota al lugar de monumentalidad. En primera instancia, se percibe que los muros no llegan hasta el techo, lo que invita a levantar la mirada y seguir el hilo de luz que se encuentra detrás del elemento divisor: un biombo traslúcido que enmarca el recorrido y sugiere, mediante el juego de luces, hacia dónde se debe continuar, no solo a través de la vista.

Barragán erige su casa en un barrio tradicional de la ciudad. Al acercarse a ella, es evidente el intercambio de mimetismos con el entorno y cómo la edificación se adapta a su contexto, a la vez que resalta por el contraste de su fachada. Sin embargo, lo más relevante de esta obra reside en la forma en que el arquitecto crea espacios que invitan a ser habitados y recorridos, no de manera superficial, sino volcando la conciencia interna de cada individuo en la experiencia sensorial que propone. Esto devela que el espacio arquitectónico no es solo un contenedor físico, sino una extensión de la experiencia humana, una materialización de la filosofía fenomenológica descrita por Merleau-Ponty, en la que elementos como el color, la luz, la materialidad y la disposición de los espacios activan los sentidos.

Al acceder a la casa, el primer espacio que se presenta es el recibidor, una zona que oscila entre la dualidad de la permanencia y la transición. Este ambiente guía la vista hacia una puerta, antecedida por escalones, invitando a continuar el recorrido hacia el interior. La experiencia se complementa con el tacto, ya que el muro áspero que limita el espacio a la derecha no está allí únicamente para ser observado, sino para ser experimentado a través del sentido somatosensorial.

Pasado el recibidor, se encuentra el vestíbulo, dotado de planos sólidos que delimitan el espacio, y una escalera sin baranda, en cuyo remate superior se abre una entrada a la luz natural que baña el lugar, con cuadro de oro colado en la pared. Esta escalera invita a acercarse y ascender mediante un elemento que, a simple vista, podría considerarse peligroso por no ofrecer la forma habitual de sostenerse; sin embargo, desde la perspectiva del filósofo, nos exige tomar plena conciencia de nuestro cuerpo y subir confiando en nuestra propia estabilidad, permitiéndonos, de nuevo, ser guiados por la textura del muro a la izquierda, que parece reconocerle ese honor.

A continuación, se encuentra un gran ventanal cruciforme que dilata la profundidad del espacio, llevando los sentidos hacia el patio y a otro contexto. Este elemento altera la percepción del cuerpo, proyectándolo hacia el exterior desde el interior y generando lo que Merleau-Ponty describe como la interconexión entre el cuerpo y el entorno. Adjunto a este espacio se encuentra la biblioteca, equipada con diversos muebles, aunque es la escalera la que toma el protagonismo al conducirnos a otra zona de la casa. Este recorrido se erige como un desafío para seguir los instintos, transitando mientras se percibe el espacio de manera integral.

Otros espacios a destacar son el cuarto blanco, en el que Barragán, de manera sutil, dota al ambiente con la característica de ser un espacio de recogimiento espiritual, evidenciada además por la presencia de un Cristo colgado en la pared. Este detalle invita a una comprensión que va más allá de la mera observación, exigiendo entender cómo el espacio se compone e integra con la casa; incluso sin el Cristo, se percibiría su carácter devocional. De manera similar ocurre en el patio de las ollas, que no está directamente relacionado con el acceso visual inmediato, pero se descubre tras una búsqueda intencional. En este espacio, la vista permite notar cómo las ollas han sido tocadas por el agua, la cual ha dejado su huella en ellas; y, atreviéndome a suponer, esto se complementa con la percepción del olor a humedad en el ambiente, otra cualidad que el cuerpo puede experimentar. En síntesis, se da este recorrido guiado -no impuesto, pero sí necesario- que plantea Barragán para encontrarse con la casa y descubrirla a través de nuestros sentidos.

En conclusión, la Casa de Luis Barragán se erige como un ejemplo paradigmático de cómo la arquitectura puede trascender la mera construcción física para convertirse en un espacio que dialoga íntimamente con la experiencia humana. A través de elementos cuidadosamente diseñados -desde la luz natural y el juego de texturas hasta la disposición de los espacios- Barragán logra materializar la filosofía fenomenológica de Merleau-Ponty, en la que la percepción es un acto activo y encarnado. Así, la casa invita a sus habitantes a no solo verla, sino a vivirla plenamente, reconociendo que cada recorrido y cada detalle constituyen parte de un diálogo continuo entre el cuerpo y el entorno. De esta manera, la obra nos recuerda que la verdadera esencia de la arquitectura reside en su capacidad para transformar lo visible en una experiencia sensorial total, donde el espacio se revela a través de la interacción del cuerpo y la mirada, reflejando así nuestra propia existencia.


Merleau-Ponty, M. (1986). El ojo y el espíritu (J. Romero, Trad.). Paidós. (Trabajo original publicado en 1950).

CASA LUIS BARRAGÁN. (s. f.-c). http://www.casaluisbarragan.org/index.html

Comentarios

  1. De Luis Barragan la casa GILARDI es una obra que también transmite sensaciones y permite vivir emociones distintas con cada cambio de ambiente, el famoso pasillo colindante al patio que se ilumina con luz amarilla gracias a las vidrieras de ese mismo color, envuelve a quien lo visita en un atmosfera distinta a la habitual, podría ser calidez al evocar una luz de atardecer; agobio al ser el amarillo un color asociado a estar alerta y a la defensiva o incluso nostalgia por un recuerdo familiar que nunca se vivió, de cualquier manera la vista y atención que mencionas va a estar en conflicto entre el pasillo y el culmen del este: un muro en color azul cielo que me promete serenidad después de tan punzante recorrido, que llama a compartir el espacio con un muro aislado pintado en rosa mexicano, un rosa que desde el pasillo amarillo me vuelve a generar intriga, que no permite que la serenidad del azul penetre por completo, que me obliga a descubrir ¿por que esta ahí? ¿Qué encierra? ¿Qué resguarda? ¿Qué divide?

    ResponderEliminar
  2. Me parece bastante interesante ya que ofrece una profunda reflexión sobre la percepción del espacio arquitectónico, tomando como referencia la Casa de Luis Barragán en Tacubaya, al integrar la fenomenología de Maurice Merleau-Ponty, el autor destaca cómo Barragán logra que su obra trascienda la mera funcionalidad, invitando a una experiencia sensorial completa, esta perspectiva enriquece la comprensión de la arquitectura como un arte que conecta íntimamente con la existencia humana, resaltando la importancia de la interacción consciente con el entorno construido

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

ANÁLISIS CASA - ESTUDIO LUIS BARRAGÁN

CASA - ESTUDIO, LUIS BARRAGAN, ANÁLISIS DESDE LA COMPOSICIÓN. UN ESPACIO DE REFLEXIÓN Y MODERNIDAD

Experiencia sensorial y corporalidad en la arquitectura