August Schmarsow - La esencia del espacio arquitectónico
Schmarsow sostiene que la arquitectura no es simplemente la creación de objetos
construidos, sino la configuración del espacio en relación con la experiencia
humana. Su teoría pone énfasis en la percepción corporal, argumentando que el
espacio arquitectónico cobra sentido a través de la interacción del usuario con
la forma y la estructura del entorno. Para Schmarsow, la espacialidad no es
algo que simplemente existe, sino que se configura activamente a través del
movimiento y la percepción del cuerpo en su entorno. De este modo, la
arquitectura no es únicamente una cuestión de estética o función, sino que se
define por la manera en que el usuario experimenta y vive el espacio.
Análisis:
Las Piscinas de Leça de Álvaro Siza ejemplifican cómo el espacio arquitectónico
se define en relación con la experiencia corporal. La organización de las
piscinas, los senderos y la relación con el mar generan un recorrido fluido
donde el usuario descubre el espacio de manera progresiva. Esta obra no impone
un esquema fijo, sino que invita a ser explorada, reforzando la idea de
Schmarsow sobre la arquitectura como configuración del espacio vivido. La
arquitectura de Siza no es una barrera entre el hombre y la naturaleza, sino
una mediación que permite integrar ambos mundos sin jerarquías fijas.
Ejemplo arquitectónico:
Las Piscinas de Leça no son un objeto aislado en el paisaje, sino una extensión
de él. La topografía del terreno se respeta y se moldea cuidadosamente,
permitiendo que el proyecto se integre al entorno sin alterarlo de manera
agresiva. Los accesos y recorridos están diseñados para guiar al usuario de
manera intuitiva, estableciendo una relación gradual con el paisaje marítimo.
La percepción del espacio en esta obra no es inmediata, sino que se construye a
medida que el cuerpo se mueve y experimenta las distintas transiciones
espaciales.
El uso del hormigón en crudo no solo responde a una
necesidad estructural, sino que también dialoga con la textura de la roca
natural, haciendo que el espacio parezca una extensión del acantilado. Esta
materialidad se vuelve esencial en la forma en que el usuario siente y
experimenta la obra: el hormigón, al tacto y a la vista, se convierte en un
puente entre lo construido y lo natural. De esta manera, Siza no solo diseña un
espacio funcional, sino que desarrolla un entorno que apela directamente a los sentidos
y a la percepción del visitante.
Otro aspecto clave es la relación entre el agua y la
arquitectura. Las piscinas no están contenidas en un espacio cerrado ni se
imponen sobre el entorno, sino que se abren al mar, permitiendo que el usuario
tenga una experiencia de continuidad con la naturaleza. Esta fusión entre lo
natural y lo artificial refuerza la idea de Schmarsow de que la arquitectura no
se define por sus límites físicos, sino por la manera en que el cuerpo habita y
percibe el espacio. Al moverse entre los diferentes niveles de la obra, el
visitante experimenta una progresión espacial en la que los límites entre
arquitectura, paisaje y cuerpo se diluyen.
La luz y el sonido también juegan un papel fundamental en
la experiencia del usuario. La manera en que la luz del sol se refleja en el
agua, proyectando patrones en la superficie del hormigón, y el sonido del mar
chocando contra las rocas, crean un ambiente donde la percepción espacial se
vuelve multisensorial. Estas cualidades intangibles refuerzan la idea de que la
arquitectura no es un objeto estático, sino un fenómeno dinámico que se
experimenta en el tiempo y en el espacio.
Además, la composición de los recorridos dentro del
complejo de piscinas permite que el usuario tenga una relación fluida con el
entorno. No hay una única manera de experimentar el espacio, sino múltiples
rutas que conducen a distintas percepciones del paisaje. Esto está en sintonía
con la visión de Schmarsow, en la que la arquitectura no es un mero contenedor
de actividades, sino una experiencia construida a través del movimiento y la
interacción del cuerpo con el entorno. Cada rincón de las Piscinas de Leça
genera una sensación distinta: algunas áreas ofrecen resguardo y sombra,
mientras que otras se abren completamente al horizonte, permitiendo que el
visitante se sienta parte del mar y el paisaje.
En términos fenomenológicos, esta obra de Siza representa
un ejemplo claro de cómo la arquitectura puede diseñarse no solo en función de
un uso, sino para intensificar la percepción del espacio. El diseño no impone
una estructura rígida, sino que deja lugar a la interpretación y apropiación
del espacio por parte del usuario. El visitante no es un observador pasivo,
sino un participante activo que experimenta la arquitectura a través del
cuerpo, el movimiento y la percepción sensorial.
Conclusión:
El pensamiento de Schmarsow nos permite entender la arquitectura como un
fenómeno perceptual. Las Piscinas de Leça ilustran esta idea al proponer un
diseño que no solo enmarca el paisaje, sino que lo convierte en parte de la
experiencia arquitectónica. La interacción entre el cuerpo y el espacio es, en
última instancia, lo que da sentido a la arquitectura. Siza logra integrar la
obra con el entorno de una manera que no solo responde a necesidades
funcionales, sino que también genera un vínculo emocional con el paisaje.
La obra de Siza en Leça demuestra que la arquitectura no
se trata solo de construcción, sino de crear condiciones espaciales que
transforman la manera en que experimentamos el mundo. La percepción corporal
del usuario se convierte en el centro del diseño, lo que resuena con la idea de
Schmarsow de que el espacio arquitectónico se construye a través de la
interacción del cuerpo con su entorno. Así, la arquitectura deja de ser un
objeto inerte y se convierte en un medio a través del cual el ser humano se relaciona
con el mundo, reafirmando su presencia y su vínculo con el espacio habitado.
Galería de Piscinas en Leça de Palmeira / Alvaro Siza - 22. (n.d.). ArchDaily En Español. https://www.archdaily.cl/cl/02-11148/piscinas-en-leca-de-palmeira-alvaro-siza/1878103811_a_img_7868jpg?next_project=no
Tu texto y el enfoque de Schmarsow nos obliga a reconsiderar cómo concebimos la arquitectura: no como un objeto estático, sino como un fenómeno que se construye en la interacción con el cuerpo y la percepción. Sin embargo, esta visión contrasta con muchas de las prácticas actuales, donde la espacialidad se subordina a criterios de eficiencia y normativas rígidas, reduciendo la experiencia arquitectónica a una mera función operativa.
ResponderEliminarSi el espacio arquitectónico cobra sentido a través del cuerpo, ¿por qué tantos proyectos contemporáneos parecen ignorar esta dimensión? La arquitectura de consumo rápido, los edificios que responden más a la imagen que a la vivencia, y la homogeneización del entorno urbano van en contra de esta idea. Es fundamental que los arquitectos recuperemos el entendimiento del espacio como algo que debe sentirse y experimentarse, no solo visualizarse.
Tal vez sea válido preguntarnos cómo aseguramos que la arquitectura siga siendo una experiencia viva, en la que cada individuo pueda encontrar su propia manera de habitar y percibir el mundo.