Siza y Oteiza: Entre la Arquitectura y la Escultura desde la Espacialidad y la Ausencia
La arquitectura y la escultura, aunque distintas en su propósito, encuentran en el espacio y la materia un lenguaje común. La obra de Álvaro Siza y Jorge Oteiza refleja esta intersección, donde la espacialidad, la ausencia y la relación con el contexto juegan un papel central. Si bien la arquitectura es concebida como un objeto habitable que responde a condiciones programáticas y funcionales, la escultura busca materializar una intención o emoción sin la necesidad de ser habitada. Sin embargo, la frontera entre ambas disciplinas se difumina cuando se incorpora la noción del vacío como un principio organizador del espacio y del significado.
Desde la perspectiva de Patocka, la espacialidad no es solo una cuestión física, sino también una construcción existencial. La arquitectura y la escultura pueden entenderse como contenedores de lenguaje y comunidad, donde el cuerpo se posiciona en relación con el mundo. La espacialidad que Siza genera en su obra responde a un esfuerzo dirigido hacia alguien, estableciendo relaciones entre el individuo y su contexto. Su arquitectura, caracterizada por una "esculturización conveniente", mantiene la funcionalidad mientras explora volúmenes continuos, juegos de luz y sombra, y la interacción con el vacío.
Por otro lado, Oteiza aborda la ausencia como prueba de existencia. Su obra escultórica plasma el vacío como elemento definitorio, un espacio que, lejos de ser una carencia, se convierte en el testimonio de una presencia. La concavidad en su obra no es solo un gesto estético, sino una exploración de la existencia a través de la falta. "Existo por la ausencia", diría Oteiza, una idea que resuena con la orientación humana descrita por Patocka: vivimos en múltiples contextos superpuestos, en los que nuestra libertad se construye a partir de posibilidades reales e imaginadas.
En este sentido, la arquitectura de Siza y la escultura de Oteiza coinciden en su relación con la modernidad y la abstracción. Mientras Siza trabaja con la superposición de espacios y la materialización de la luz en la forma, Oteiza captura el vacío como una forma de manifestar la ausencia y, con ello, la existencia. Ambos comparten la preocupación por la simplicidad y la reducción, eliminando lo superfluo para dar paso a una expresión más pura de la espacialidad.
ArchDaily. (n.d.). Centro Deportivo Llobregat - Álvaro Siza Vieira. Recuperado de https://www.archdaily.co/co/02-301616/referente-centro-deportivo-llobregat-alvaro-siza-vieira
Si bien Siza traduce la escultura en arquitectura sin perder sus límites disciplinares, cabe preguntarse si la obra de Oteiza podría llevarse a la arquitectura. Su obsesión con el vacío, la reducción y la negación del ornamento resuenan con los principios de Siza. La paradoja entre el lleno que propicia el vacío y el vacío que ordena el espacio se manifiesta en la manera en que ambos creadores trabajan con la luz, la sombra y la materia. La arquitectura de Siza se vuelve un contenedor de posibilidades, un horizonte en el que la espacialidad no solo responde a la funcionalidad, sino que también es un acto de lenguaje, un esfuerzo que se dirige hacia alguien.
Desde esta perspectiva, el espacio no es solo una cuestión de volumen y función, sino de significado y existencia. La arquitectura y la escultura, al cruzar sus límites, nos permiten habitar el vacío y reconocer nuestra propia presencia en el mundo. Siza y Oteiza, cada uno en su disciplina, nos invitan a pensar en el espacio como una realidad viva, en la que las ausencias son tan significativas como las presencias, y en la que la arquitectura se convierte en una forma de dar cuerpo a la experiencia humana en su relación con el entorno.
Comentarios
Publicar un comentario