El cuerpo, la atmósfera y la percepción
El espacio no es solo una entidad física, sino una experiencia multisensorial que involucra el cuerpo, la atmósfera y la percepción. Alberto Pérez-Gómez, en Attunement: Architectural Meaning after the Crisis of Modern Science, argumenta que la arquitectura debe generar una sintonización (attunement) con su entorno y con quienes la experimentan. Esta idea resuena con la obra de artistas como Olafur Eliasson, James Turrell y Anthony McCall, quienes trabajan con la luz y la atmósfera para transformar la percepción del espacio. Un ejemplo arquitectónico que plasma estos conceptos es el Templo del Agua de Tadao Ando, donde la luz, el agua y la geometría dialogan con el cuerpo del visitante, generando un espacio contemplativo que trasciende lo meramente funcional.
Desde la teoría de Pérez-Gómez, la arquitectura es más que un objeto construido; es una herramienta para la introspección y el encuentro con el mundo. En el Templo del Agua, Ando crea una secuencia espacial que obliga al visitante a ralentizarse y sumergirse en el entorno. El acceso al templo no es inmediato, sino que requiere un descenso y la travesía a través de un estanque, lo que condiciona la percepción del espacio y prepara al cuerpo para una experiencia sensorial profunda.
La idea de atmósfera es clave para comprender este proyecto. James Turrell sostiene que la luz no solo ilumina, sino que define el espacio y condiciona la manera en que lo experimentamos. En el Templo del Agua, la luz natural se filtra a través de aperturas estratégicas, creando reflejos en la superficie del agua y sombras en los muros de hormigón. Este juego lumínico genera una percepción cambiante del espacio, transformando la relación entre el cuerpo y la arquitectura a lo largo del día.
Desde una perspectiva material, Ando utiliza el hormigón expuesto como un elemento que enfatiza la relación entre el cuerpo y el espacio. Su textura fría y su apariencia monolítica refuerzan la sensación de introspección, contrastando con la suavidad del agua y la luz natural. Esta decisión material conecta con la idea de que la arquitectura no solo debe ser percibida visualmente, sino también sentida a través del tacto y la temperatura.
La conexión entre el Templo del Agua y la teoría de Pérez-Gómez es clara en su capacidad de generar attunement con el entorno. La arquitectura no se impone sobre el paisaje, sino que se integra en él, fomentando una experiencia de contemplación y recogimiento. Al recorrer el templo, el visitante no solo observa el espacio, sino que lo siente, lo escucha y lo experimenta en un nivel corporal y emocional.
La aquitectura debe de diseñar espacios que vayan más allá de su función programática y busquen generar experiencias significativas para quienes los habitan. Comprender cómo elementos como la luz, el agua y la materialidad pueden transformar la percepción espacial lleva a cuestionar cómo podemos diseñar no solo estructuras, sino atmósferas que dialoguen con el cuerpo y la mente.
El Templo del Agua de Tadao Ando es una manifestación de cómo la arquitectura puede influir en nuestra manera de habitar y experimentar el espacio. Este proyecto demuestra que la arquitectura no solo se construye, sino que se siente y se vive. A través del uso del agua, la luz y la geometría, Ando crea un entorno donde el cuerpo y el paisaje están en constante diálogo, ofreciendo una experiencia arquitectónica profundamente humana y sensorial.
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Referencias:
Pérez-Gómez, A. (2016). Attunement: Architectural Meaning after the Crisis of Modern Science. MIT Press.
WikiArquitectura. (s.f.). Templo del Agua / Tadao Ando. Recuperado de: https://es.wikiarquitectura.com/edificio/templo-del-agua/
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