WALL HOUSE 2: La conexión con el sentido del mundo - Jose Fernando Quintero

 La arquitectura, a lo largo de la historia, ha sido interpretada y concebida de múltiples maneras, pero un hilo conductor ha persistido: su relación intrínseca con el cuerpo humano y su experiencia del espacio. Esta conexión no es casual, sino que responde a una necesidad profunda del ser humano de organizar, habitar y dar sentido al mundo que lo rodea. La Wall House 2, diseñada por John Hejduk, es un ejemplo paradigmático de cómo la arquitectura puede desafiar las convenciones tradicionales para proponer una experiencia espacial que se entrelaza con la percepción y el movimiento del cuerpo. Esta obra no solo es una estructura física, sino también un campo de exploración sensorial y emocional, donde el espacio se convierte en un reflejo de la condición humana.


August Schmarsow, uno de los teóricos más influyentes en el estudio de la arquitectura, argumenta que la esencia de esta disciplina radica en su capacidad para ser la "creadora de espacio"(Raumgestalterin). Según Schmarsow, la arquitectura no se limita a delimitar espacios de manera funcional, sino que surge de la experiencia sensorial y la intuición espacial del ser humano. Esta delimitación responde a una necesidad interna de **organizar el entorno y darle forma**, creando refugios que resuenan con la constitución psíquica y emocional del individuo. En este sentido, la Wall House 2 puede entenderse como una manifestación de este principio, ya que su diseño explora la relación entre el **interior y el exterior**, difuminando los límites entre el cuerpo y su entorno, y generando un diálogo constante entre ambos.


Uno de los aspectos más destacados de la Wall House 2 es su tridimensionalidad en el sentido en que su estructura  es flexible e invita al cuerpo a moverse y explorar el espacio en todas sus dimensiones. Esta experiencia no se limita a la vista, sino que involucra todos los sentidos, fomentando una percepción multisensorial del entorno. La vivienda está diseñada para ser accesible y flexible, ofreciendo espacios públicos, semi-públicos y privados que permiten a diferentes usuarios interactuar con la arquitectura desde sus propias perspectivas. Esta multiplicidad de experiencias enriquece la relación entre el individuo y el espacio, convirtiendo la casa en un lugar vivo y dinámico.


Schmarsow también destaca la importancia del sistema de ejes en la creación espacial, donde el eje vertical del cuerpo humano sirve como punto de referencia para la organización del espacio. En la Wall House 2, este principio se manifiesta a través de la integración de los cuatro elementos fundamentales: Tierra, Cielo, Divinos y Mortales. La Tierra representa la base física y la conexión con el entorno, el Cielo simboliza la vastedad y la trascendencia, los Divinos evocan lo espiritual y lo sagrado, y los Mortales encarnan la presencia humana. Estos elementos no son meramente simbólicos, sino que se articulan en el espacio a través de la arquitectura, creando una experiencia que resuena con la totalidad del ser humano.


El eje de profundidad es otro aspecto crucial en la experiencia espacial de la Wall House 2. Este eje define la dirección de la mirada y el movimiento del cuerpo, invitando al habitante a adentrarse en el espacio y explorar sus diferentes niveles y perspectivas. La **escalera en espiral**, que conecta los distintos volúmenes de la casa, juega un papel fundamental en esta exploración, permitiendo una experiencia fluida y dinámica. Cada paso, cada giro, se convierte en una oportunidad para descubrir nuevas vistas y sensaciones, reforzando la idea de que el espacio no es estático, sino que se transforma con el movimiento del cuerpo.


Según Schmarsow, la forma intuida del espacio nace de la experiencia sensorial y la imaginación espacial. Esta forma se materializa en la arquitectura a través de la organización de los elementos constructivos, la disposición de las aberturas y la manipulación de la luz y la sombra. En la Wall House 2, estos principios se manifiestan en la utilización de colores claros y la yuxtaposición de volúmenes, que crean una experiencia espacial rica y estimulante. La luz natural, filtrada a través de las aberturas, juega con las sombras y los reflejos, generando un ambiente que cambia a lo largo del día y que invita al habitante a interactuar con el entorno de manera activa.


Schmarsow enfatiza que la creación espacial nunca se separa del sujeto, lo que significa que la arquitectura debe ser entendida como una extensión del cuerpo humano, una proyección de su interioridad en el mundo exterior. En este sentido, la Wall House 2 puede ser vista como un intento de crear un espacio que se adapte a las necesidades y aspiraciones del habitante, un lugar donde el cuerpo pueda sentirse cómodo, seguro y conectado con su entorno. La arquitectura, en este caso, no es un fin en sí misma, sino un medio para facilitar la experiencia humana.


La Wall House 2 ejemplifica la profunda relación que existe entre la arquitectura y el cuerpo humano. A través de sus principios de diseño su exploración de la experiencia espacial, la vivienda invita al habitante a interactuar con el entorno de manera activa y significativa. Esta relación, analizada a la luz de los postulados de Schmarsow, revela que la arquitectura, en su esencia, es un arte que busca crear espacios que resuenen con la totalidad del ser humano. Espacios que no solo sean funcionales y estéticos, sino también profundamente humanos, capaces de enriquecer nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos. La Wall House 2 no es solo una casa; es un testimonio de cómo la arquitectura puede trascender lo físico para convertirse en una experiencia vital.


José Fernando Quintero Jaimes, Crítica de la arquitectura, 2024-2




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